por Juan Manuel López / De Media Chilena

No me pueden decir ahora que hubo gente que les tenía fe a Nicolás Massú y Paul Capdeville. Tras la ausencia de González, todos pedíamos que la serie ante Austria fuera una muerte rápida, sin dolor y sin sufrimiento. Un 5-0 rápido, para que todos volviéramos a las fondas a pasar las penas con una buena carne asada, una buena empanada y un gran vaso de chicha. Pero estos muchachos nos taparon la boca. Y nos dieron 2 grandes motivos para ilusionarnos con la permanencia en el Grupo Mundial de la Copa Davis.
Primero, Massú había empezado mal. Se notaba en su lenguaje corporal que tenía una mente derrotista, al igual que todos nosotros. Pero en el octavo juego del primer set, se notó que el héroe olímpico había cambiado el chip: le quebró el servicio a Jurgen Melzer y, a pesar de que no sirvió de mucho para la manera en que terminó el set (6-4 a favor del austríaco), se notó que en el viñamarino hubo un cambio de actitud notable.
La "Tía Sonia" y la polola del "Nico" lo apoyaban en la tribuna. Y él les retribuyó ese apoyo a ellas y al público que llegó a la Medialuna de Rancagua (casi 7 mil personas) con la garra que lo caracteriza. Sí, fue un juego irregular, pero en los momentos claves, Massú supo aprovechar su leve ventaja y, en base a coraje, corazón y buen juego, se llevó los 3 sets siguientes por 6-4, 6-4 y 6-3. Alegría para el Nico. Alegría para Gildemeister. Alegría para la gente de la Medialuna y alegría para todo Chile. El primer punto, el que nadie esperaba, era para nosotros.
Un rato después, Paul Capdeville debía demostrar por qué es el número uno de Chile en esta serie. Todas las fichas estaban puestas en el de Vitacura, que debía derrotar a Stefan Koubek para dejar la serie 2-0 a favor de Chile.
El comienzo fue alentador. Capdeville demostraba un juego sólido, Koubek no le encontraba la vuelta al partido y el tenista nacional se llevaba los dos primeros sets, ambos por 6-4. Pero algo pasó en Capdeville o en el juego de Stefan Koubek. El chileno estaba medianamente congestionado y eso le pudo haber ayudado al austríaco para subir su nivel y llevarse las 2 mangas siguientes por 6-3 y 6-1. Y así todo se iba a un dramático quinto set.
Qué más dramático pudo haber sido el ultimo parcial. Capdeville estaba totalmente acalambrado y Koubek no daba para más. El set comenzó con un quiebre de Capdeville, pero el europeo lo recuperó inmediatamente y, de paso, le robó el servicio al chileno.
Luego de esto, el público que quedaba a esa hora en la Medialuna (casi la medianoche) hizo su trabajo y alentó con todo al chileno, que les retribuyó ese cariño recuperando su juego de saque y nuevamente quebrándole el propio a Koubek.
Sólo quedaba jugar el último juego con el servicio de Paul. Y el último punto, con un smash y una devolución que se fue bastante ancha, sirvió de desahogo para Capdeville, Gildemeister y todo Chile. Y Paul, acalambrado, lo primero que atinó a hacer fue tomar un micrófono y decirle al público: "Muchas gracias por todo".
El perfecto regalo para un 18 de septiembre completamente feliz.