por Juan Manuel López / De Media Chilena

Un par de minutos después de que Mario Aravena anotara el 1-0 de Unión Española ante Colo-Colo, el Monumental comenzó a hervir y a cantar. ¿Canciones de apoyo? ¿El clásico "cuando el equipo anda mal, la hinchada lo hace ganar"? Patrañas. Se cantaba con mucha fuerza un categórico "Oooh, Tocalli ya se vaaa...".
Esto es una clara imagen de lo que vive hoy en día el hincha colocolino. La desesperación, la rabia y la frustración son pan de cada fin de semana entre los hinchas albos. Y no es para menos. Los pupilos de Hugo Tocalli no hacen nada. Literalmente hablando. Quizás en la mitad de la semana se elaboran un montón de jugadas magníficas. Quizás alguna notable serie de paredes entre Macnelly y los delanteros, para terminar en un golazo. Pero, ¿de qué sirve? Al llegar la hora de los quiubos, los albos se apelotonan en el centro del campo, no corren por las bandas (lo lógico, si por el medio nada resulta), les cuesta un mundo atacar y los mediocampistas y delanteros parecen trompos de tantas vueltas que se dan para poder llegar al arco contrario.
En el partido de ayer, se vio con claridad lo mencionado anteriormente. Y todo derivó en un partido asquerosamente malo. A ello contribuyó el planteamiento defensivo que ocupó Luis Hernán Carvallo, técnico de los hispanos: 4 defensas que, a ratos, eran 9, y hacían el juego cada vez más abúlico y lento.
El gol de Aravena pudo haber sido un "premio" a la perseverancia, pero pudo haber sido injusto, considerando que Unión Española no hizo demasiados méritos para llevarse el partido.
Por otro lado, el agónico gol de José Domingo Salcedo (el único que trató de hacer algo en Colo-Colo) fue un castigo al esquema ratonil de Unión Española, pero también fue demasiado premio para un Colo-Colo que no juega a nada.
En resumen, el empate es merecido.
En resumen, Unión Española vino a hacer su pega y no a dar espectáculo.
En resumen, a Colo-Colo y a Tocalli se les vino la noche.