por Sebastián Torres / De Media Chilena


Puede haber sido la primera vez que grité con toda el alma un gol de Chile. O quizás la segunda (después del gol de Orellana a Argentina, yo creo que nadie la supera). Lo que importa es que lo de ayer fue una de esas noches mágicas. Una de esas noches que uno no quiere que terminen. Daba gusto ver, al terminar el partido, todos los canales haciendo despachos en directo desde la Plaza Italia, con un montón de gente con una sonrisa en la cara, gritando "ceacheís" y celebrando a destajo algo que podemos ver muy pocas veces: ver a Chile en un Mundial de fútbol.
Bielsa nos dio esa alegría. Los jugadores nos dieron esa alegría. A todo un pueblo que, por 11 años, sufrió y sufrió entre "dublinazos", "puertoordazos", técnicos que pasaron con más pena que gloria, una generación de jugadores que no llenaban el paladar del hincha y derrotas dolorosas. Más que nada, me alegro por el pueblo. Me alegro por los hinchas. Los que siempre estuvimos ahí. Alentando como se pudiera: en el estadio, en un bar, en la casa, escuchando la radio, viéndolo por internet...en fin. Donde se pudiera.
Dos años de éxitos y porrazos finalizaron con una goleada de esas históricas. Como este grupo de jugadores sabe hacerlo. Otra vez rompiendo la historia. Esa que decía que nunca le habíamos ganado a Colombia por eliminatorias en tierras cafeteras.
El comienzo había sido no muy bueno: Matías Fernández andaba medio desenchufado, al igual que Fabián Orellana. Se notó en la chambonada que se mandaron Gary Medel, Claudio Bravo y Arturo Vidal, este último colando la pelota dentro del propio arco para anotar un autogol que dejaba en ventaja transitoria a Colombia por 1-0.
Luego de la amarilla que se ganó Matías, Bielsa notó que había que meter mano en el equipo. Y así lo hizo: Jorge Valdivia ingresó por el calerano y le cambió la cara a la Roja. Prueba de esto fue el primer gol chileno, obra de Waldo Ponce, pero gestado por el mismísimo Valdivia, luego de un centro de tiro libre.
Para qué hablar del segundo. Otra vez Valdivia gestando una nueva jugada, tocando el balón a Fabián Orellana y este centrando atrás para el Chupete Suazo quien, de palomita, dejó el balón en el fondo del área.
Terminaba el primer tiempo y el olor a asado comenzaba a sentirse en las calles de Santiago. Los "ceacheí" comenzaban a brotar, pero no volaba ni una mosca en las calles.
Segundo tiempo y la clasificación a Sudáfrica estaba cada vez más cerca. Pero nuevamente aparecía la angustia: después de una serie de rebotes, el colombiano Giovanni Moreno clavó la pelota para marcar el empate transitorio a 2 goles. El nerviosismo nuevamente aparecía, por lo menos, en los rostros de la gente con la que estaba viendo el partido.
Pero nuevamente apareció el "Mago". Y esta vez para matricularse con el tercer gol que, otra vez, ponía a Chile un paso más en Sudáfrica, historia que coronó Fabián Orellana (con pase de...¿quién?...¡sí!...Valdivia) con un golazo con dedicatoria incluida a su hermano, y con un grito desaforado de Bielsa celebrando.
Pitazo del gordito árbitro Víctor Rivera y todos celebrábamos. Otra alegría más para los Bielsa Boys. Y, sobre todo, para los hinchas incondicionales de la "Roja", que ahora esperamos tener el nombre de nuestra Selección en lo más alto del fútbol mundial. Pero esa es otra historia. Por ahora, disfrutemos este alegre momento. A Sudáfrica los pasajes.