por Sebastián Torres / De Media Chilena

Sonaba el despertador. Veo la hora y eran las 6:20 de la mañana. Qué agradable despertar un día domingo a esa hora, siendo que la noche anterior el sueño recién había comenzado como a las 2:30. Insisto. Agradable. Pero bueno, el fanatismo por el tenis podía más.
A esa hora daban recién el segundo set de un partido de minas. Justine Henin parece que era, que, a la larga, venció a Yanina Wickmayer en 3 sets. Luego de ese partido venía Fernando González ante Andy Roddick. Eran los 8os. de final del Australian Open y, asumía, sería un partido que valdría la pena.
Qué penoso fue el espectáculo mio deambulando por la casa tratando de mantenerme despierto. Eran las 6 y media. No podía hacer nada. El PC ruidoso no lo podía prender, porque si no mi hermana despertaba y empezaba a alegar...como siempre.
En fin. Tenía un ligero presentimiento. O no. Mejor no. Mejor dicho tenía la certeza de que el Feña iba a perder y tenía ganas de que me tapara la boca. Andy Roddick era un rival de temer, aunque un poco fome: su juego es puro servicio y de repente le sale uno que otro punto bueno. Al lado de eso, González era mucho mejor. Pero, a pesar de su juego fome, predecible y latero, Andy Roddick tenía más armas que González.
7:10 de la mañana y aparecían los jugadores en la cancha, mientras daban un "entretenidísimo" partido de Dinara Safina con Maria Kirilenko en una ventana aparte. Yo, con un pocillo con cereales y yogurt (desayuno de campeones), me aprestaba a ver un partido más de todos los que he visto en mi vida del Australian Open.
El partido era medio raro. Roddick, como siempre, a puro saque. González, errático al comienzo, le daba posibilidades de quiebre al gringo que, ni tonto ni perezoso, las aprovechó. Una por lo menos. Y eso le bastó para llevarse el primer set por 6-3.
Pero en el segundo set vino un cambio de chip. No solo en Fernando, sino también en los que manejaban los switch de la transmisión oficial: por cada punto ganado de González, la linda Daniela Castillo (la polola del Feña) aparecía en cámara, junto al entrenador del chileno, Martín Rodríguez. Pero eso es otro tema.
En el segundo set, González cambió para bien. Sus tiros estaban más finos y precisos, la pelota no sonaba tan pesada al momento de golpearle y Roddick no podía contrarrestar el gran juego del chileno. A tanto llegó, que el Feña por fin le pudo quebrar el servicio al gringo en el sexto juego. De ahí solo era coser y cantar. Y el Feña lo hizo: por un 6-3, se llevó el segundo set, mientras en ESPN seguían averiguando el nombre de la chiquilla que estaba en el box de González.
El tercer set sólo fue una extensión del segundo. Un González solidísimo en todos los aspectos y un Roddick completamente frustrado (el pobre no veía una) causaron que el chileno nuevamente le quebrara el servicio al gringo, por ahí por el juego no-me-acuerdo. Era el tercer set para el chileno por 6-4. En ESPN averiguaron que la chiquilla se llama Daniela Castillo, que es la "novia" de Fernando González y que es una cantante pop chilena radicada en México. Cuando José Luis Clerc le preguntó a Eduardo Varela (su compañero de transmisión) si le podía tararear una canción, volaron los grillos.
Pero a lo nuestro. Gracias a ese tercer set genialmente ganado, tenía la sensación de que el Feña me taparía la boca como tantas veces lo ha hecho. En ese maldito historial de enfrentamientos (que favorecía 8-3 al gringo hasta ese momento), ya veía que ese 3 se cambiaba por un 4. Pero había que esperar. Todavía quedaba un set por ganar.
El sueño me comenzaba a invadir. Tenía que empezar a deambular por la casa de nuevo como alma en pena. Tenía que ir al baño a mojarme la cara con agua helada. Para mi desgracia, la hueá salió tibia. Pero de algo sirvió para despertar un poco.
Cuarto set y (adivinen) González seguía sólido, aunque Roddick estaba un poco más afirmado en la cancha y Larry Stefanki (el que alguna vez dejó a González porque dijo que iba a trabajar en una escuela de tenis para niños...) seguía dándole ánimo a su actual pupilo, el gringo. Más que mal, era la oportunidad de extender el partido hasta un quinto set.
Cuando Roddick ganaba por 5-4, el nivel de González empezó a decaer. Prueba de ello fueron los 4 puntos de set que desperdició Andy Roddick, puntos de set que había conseguido gracias a diversos errores de González. Puntos que, afortunadamente, González pudo quitarse de encima para poder extender el set un poco más.
Pero vino el momento fatídico. 6-5 ganaba Roddick en el cuarto set. González servía para llevar el set a un tie-break. El chileno llegó a estar 40-0 en ventaja, pero (quién sabe por qué) Roddick terminó por igualar la cuenta a 40 y, de nuevo, comenzar a tener puntos de set a favor. Ventaja para Roddick y una pelota dudosa que González deja pasar a expensas del juez de línea, que gritó "OUT!" justo antes de que González golpeara la bola, haciendo que el chileno frene y deje pasar la pelota. El juez de silla interpretó la jugada como que "González no quiso continuar la jugada". Gracias a esto, Roddick pidió el ojo de halcón, la pelota ligeramente tocó la línea y el gringo se llevó el set, gracias al error compartido entre el juez de línea y el juez de silla. 7-5 para el gringo.
Cuento corto: el chileno se desenfocó por completo, no pudo tomar nunca más la manija del partido y se mostró muy errático. Roddick aprovechó todo esto y le quebró 2 veces el servicio a González para llevarse el quinto y definitivo parcial por 6-2 y, por ende, el partido.
La esperanza de que el historial mejorara para González al final se desvaneció. El historial ahora está 9-3 a favor de Roddick y mi esperanza de que González me tapara la boca, lamentablemente, no ocurrió el día de hoy. Y el despertarme a las 6 de la mañana, definitivamente, no valió la pena.