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Venezuela ha dado que hablar en la Copa Mundial Sub-20 de la FIFA Egipto 2009, pero no sólo por lo hecho dentro del campo de juego, clasificándose de manera anticipada a los octavos de final, sino por el increíble clima que su afición le ha aportado a cada partido de la Vinotinto, ganándose la simpatía de todos.
Son alrededor de 400 aficionados que han viajado miles de kilómetros para vivir un acontecimiento histórico y no dejan de cantar y hacer sonar sus instrumentos. Oscar tiene 60 años, un amplio bigote blanco y un sombrero con los colores de su país. "Vinimos desde Caracas y fue un viaje muy largo, pero vaya que sí valió la pena: ver a Venezuela en un Mundial por primera vez es un momento único e irrepetible", afirma a FIFA.com, testigo de su emoción durante el himno venezolano.
Cerca, Leonardo recorre la tribuna en el entretiempo del juego ante España lleno de adrenalina. Tiene 15 años, vino con su papá y su hermana y viste la camiseta de la selección más dos banderas: una alrededor de su cuello y otra pintada en su cara. "Hubo que ahorrar para pagar el viaje, pero valió el esfuerzo: no cualquiera llega a octavos de final. Para mí no paramos hasta semifinales", predice. Su jugador favorito es el portero Rafael Romo, que milita en el Udinese italiano, "porque en la eliminatoria ante Colombia, paró el penalti en el minuto 93 que nos trajo hasta aquí".
Para algunos, la excursión mundialista está a punto de terminar. Ella se llama Mariana, tiene 21 y es estudiante de la Universidad de Táchira. Vino desde San Cristóbal con una amiga y debió emprender el regreso este sábado 3 de octubre. Se mueve sin desparpajo, desparramando su belleza con tal gracia que más de uno extrañará su presencia. Y canta: "¡Vamos, vamos Venezuela, que esta noche, tenemos que ganar!".
Pero no todos los que visten de rojo, amarillo y azul han volado hasta aquí. El caso de Isabel es curioso: "Soy venezolana de nacimiento, pero ya llevo un tiempo viviendo en El Cairo. Cuando me enteré que la selección se había clasificado para el Mundial, no lo podía creer. Tener a tanta gente de mi país aquí, oír el himno y ver flamear la bandera me da orgullo, emoción y alegría", confiesa.
Abdullah, en cambio, está rodeado de venezolanos por elección. "El colorido y la alegría que transmiten es emocionante", asegura, en perfecto español, este guía de turismo. "Además, son gente muy culta que se ha interesado por la historia de mi país, y me encanta poder contárselas", exclama, mientras pregunta a qué hora comienza el partido de Egipto con Italia.
El ritmo lo ponen unas diez personas que parecen un grupo de amigos pero, en realidad, se conocieron en suelo egipcio. A cargo del tamboril está Leonardo, quien con sus 55 años a cuestas y sus hijos viajó desde Cumaná vía Caracas y Madrid. "¿De dónde sacamos los instrumentos? ¡Salvo un bombo que vino desde Venezuela, el resto los compramos en un mercado local!", reconoce.
A ellos se les acerca con unos pedazos de papel en la mano la encantadora Valeria, una niña de tan sólo 7 años. "¿Qué trae?" "Una canción que escribimos con mi hermano para que la podamos cantar todos", dice con el mismo orgullo que viste una camiseta de la selección con el nombre de Juan Arango. Y claro, le dan el gusto: "Yo te daré, te daré niña hermosa, te daré una cosa, una cosa que empieza con 'G', ¡golazo!".
Unas filas más arriba, otra Mariana aguarda el inicio del segundo tiempo con ansiedad. No baila como en los minutos previos al partido, pero mantiene la misma sonrisa. "Esta selección ha emocionado a todos y ahora Venezuela es por completo Vinotinto. ¡Ver a toda esta gente tan lejos de casa es realmente impresionante!", exclama desde sus juveniles 20 años. Y a pesar de la derrota parcial ante España, no pierde las esperanzas. "Podemos llegar lejos, ¡pero si Dios quiere seremos campeones!".
Venezuela se enfrentará este miércoles 7 de octubre ante Emiratos Árabes, por los octavos de final del Mundial Sub-20 de Egipto. El ganador se enfrentará ante Egipto o Costa Rica. Como para seguir soñando.