por Sebastián Torres / De Media Chilena

Apenas terminó el partido entre J.M. Del Potro y Roger Federer, fui al diccionario y busqué el significado de la palabra "xenofobia" y el librito mágico me dijo esto: "odio, hostilidad hacia los extranjeros en general".
Lo que yo siento en este momento no es un odio hacia los extranjeros. De hecho, ni siquiera odio. Lo que siento es una impotencia de esas gigantes, mezclada con un poco de envidia. Y no a los extranjeros, sino que a la gente de la transmisión oficial del US Open. Específicamente la señal latinoamericana de ESPN.
Ya. Está bien. Del Potro mostró solidez por donde se le mire. Quizás le faltó esa solidez en el primer set y eso hizo que los hinchas de Roger Federer (me incluyo) nos ilusionáramos con un nuevo título del suizo en la Gran Manzana. Pero Del Potro dijo otra cosa y terminó por llevarse el US Open, repitiendo el logro de Guillermo Vilas en 1977 (logro que ESPN nos enrostró cuantas veces pudo). Pero este no es el punto, porque Del Potro ganó bien y lo felicito.
El punto es que, para todos nosotros que vemos una señal deportiva "latinoamericana", nos cae como patada en las pelotas la excesiva imparcialidad de los pseudo-periodistas que transmiten un partido de tenis (sobretodo) de un argentino. Una hora de previa, un sinfín de notas, despachos en directo desde una escuela de tenis (que te apuesto que Del Potro no conoce ni a la mitad de los niños que mostraban saltando como yeguas) y, al final, Luis Alfredo Álvarez (el venezolano más argentino que he visto y/o escuchado en mi vida) vociferando como loco: "¡¡Latinoamérica celebra!!".........Perdón, pero yo soy chileno y Chile queda en Latinoamérica. Por lo tanto, soy latinoamericano y yo no estoy celebrando. Y sé que hay muchos más como yo que no están celebrando.
Un poco más de objetividad, señores. Sáquense la camiseta y comenten tenis objetivamente, que están transmitiendo para toda Latinoamérica. No para el pequeño barrio del tenista que gana.

PD: por ahí dije que sentía envidia. Sí, señor. Siento envidia, porque los argentinos tienen a su recambio que, con 20 años, ya está top ten, ya ganó un torneo grande, pinta para histórico y, sobretodo, tiene un juego regular. ¿Y nosotros? Ni siquiera una promesa de recambio.