por Juan Manuel López / De Media Chilena

Pobre Unión. Pobre Luis Hernán Carvallo. Pobres de todos esos hinchas que ayer, en el José Amalfitani, eran pocos, pero a ratos parecían un estadio repleto. Estaban enardecidos. Hasta el minuto 89, la sorprendente Unión Española ganaba inapelablemente por 2 goles a 1 (David Ramírez y Raúl "Pipa/Etiquet Men" Estévez anotaron para los rojos) y el equipo de Ricardo Gareca no tenía por donde. Los rojos estaban bastante ordenaditos en defensa y Limenza, a pesar de todo lo que tuvo que atajar, tuvo una tarde/noche relativamente tranquila.
Pero en un abrir y cerrar de ojos, todo cambió. El esfuerzo que la Unión había hecho por 89 minutos se fue a las pailas en 2 minutos. Y en dos jugadas prácticamente iguales: tiro libre desde la derecha de Maxi Moralez, algún suertudo pivoteaba la pelota en el aire y después que pasara lo que pasara no más. Y pasaron 2 cosas fatídicas: en la primera la pelota rebotó en el palo y, con la mala suerte del chileno, volvió a rebotar en Diego Rosende y se coló en el arco. Era el 2-2 para Vélez. Y en la segunda, pivoteó Otamendi y el balón cayó casi de suerte en la cabeza de Rolando Zárate. 3-2 para Vélez y amargura para Unión Española.
Gareca celebraba como enajenado. No era para menos. El equipo de Carvallo se había plantado de igual a igual en la cancha de Liniers ante el actual campeón argentino y David Ramírez (de paso discreto por el clausura chileno) se transformaba en una figura rutilante, anotando un gol y asistiendo al Pipa Estévez en el otro, tras un magistral contragolpe encabezado por él. Pero nada de eso funcionó. Vélez luchando hasta el último consiguió llevarse una victoria que puede ser clave en la serie.
Quizás los 2 goles de visita puedan servir de algo para Unión. Pero imagino que a Carvallo y a sus muchachos aún les sigue dando vueltas una famosa frase en sus cabezas: "jugamos como nunca y perdimos como siempre".