por Sebastián Torres / De Media Chilena


Hace casi un año, el fervor por el fútbol femenino se tomaba La Florida, Chillán, Temuco y Coquimbo. El Mundial Sub-20 Femenino de la FIFA aterrizaba en nuestro país y era una excusa para poder tener estadios nuevos (completamente nuevos), además de tener otra concepción del fútbol que, hasta ese entonces, era practicado en su mayoría por hombres. Hoy, la cosa es distinta. Hasta hay un campeonato de fútbol femenino auspiciado por la ANFP. Pero en esta crónica, me centraré en esas experiencias que fueron inolvidables, mientras duró el Mundial. Mis experiencias personales.
Todo comenzó con la inauguración. El fervor de la Rojita Femenina Sub-20 se tomaba La Florida. El Estadio Bicentenario de esa comuna era el único de los cuatro que aún faltaba por inaugurarse. Y yo no podía estar ausente de ello. La primera impresión fue maravillosa: un estadio completamente distinto al potrero que los floridanos conocíamos como el Estadio Municipal de La Florida o, simplemente, el estadio del Audax. Las calles colindantes al recinto, generalmente vacías, ese día estaban repletas de gente emocionada por el juguete nuevo.
Aún recuerdo ese día paseándose como un humano más (a pesar de todo, eso es lo que es), por los sectores cercanos a la tribuna Andes, a don Elías Ricardo Figueroa Brander, que accedió, amablemente, a tomarse una foto con Felipe, uno de los amigos con los que andaba (yo no me acuerdo por qué no pude tomarme una foto con él).
Recuerdo que ese día el calor era insoportable. Además, a nosotros, los más avispados, se nos ocurrió comprar entrada en Andes, sin pensar que el calor ese día sería infernal. Sudábamos como caballos de carrera, pero fue satisfactorio refrescar ese calor en unos baños que se alejan bastante de la realidad de la mayoría de los estadios de Chile. Parecían baños de mall, siempre limpios.
Recuerdo que ese día Chile jugaba contra Francia y Hans, otro de los amigos con los que andaba, me comentaba su eterna predilección por la portera chilena, la número 7, Christiane Endler, y el parecido de una de las seleccionadas francesas con su compatriota, Claude Makelele.
Recuerdo que ese día también se nos ocurrió la idea de comprar los abonos para las 3 jornadas mundialistas que se iban a disputar en ese estadio, al que cariñosamente apodamos el "Estadio Chubi", por la disposición colorida de los asientos del recinto. Y de ahí vinieron los partidos mundialistas. Pero eso es harina de otro costal. Dejémoslo para otro día.