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Universidad de Chile tiene la mesa servida para armar un carnaval. Esta noche, a las 20.15 horas, recibe en el Santa Laura a Fluminense, por la revancha de la Copa Sudamericana, y hasta con un empate sin goles pasa a semifinales del torneo internacional.
Todo sería magnífico si no fuera por un detalle no menor. Sucede que el chef de ese banquete que se quiere comer la U está bien al debe. Se trata del árbitro argentino Saúl Laverni, quien ha sido duramente criticado en su país debido a las horrendas actuaciones, con goles mal cobrados, expulsiones en falso, soberbia en sus cobros e insultos a los futbolistas.
Laverni es de Rosario y en estos momentos es considerado la estrella del Sadra, uno de los dos sindicatos de árbitros que existen en Argentina. Ha tomado figuración excesiva por una cuestión política. El mejor trasandino, por lejos, es Héctor Baldassi. Como es la carta para representar al país en Sudáfrica, la AFA no lo quiere quemar exponiéndolo a clásicos u otras instancias importantes donde pueda fallar y echar abajo su carrera.
Por eso tiran a los leones a Laverni. En el partido entre Colón e Independiente, que terminó 3-2 para los rojos, expulsó a Esteban "Bichi" Fuertes porque le dio un manotazo a Busse. Pero la falta, exagerada por el de Independiente, sólo ameritaba una tarjeta amarilla, nada más. "Nos metió la mano en el bolsillo", aseguró el ex delantero de la UC.
Luego le dieron el clásico River-Boca, que terminó 1-1. Cobró un penal a favor de los millonarios por falta de Monzón contra Buonanotte, pero no se fijó que el delantero de River se llevó la pelota con la mano.
Luego echó a Julio César Cáceres por una falta contra Ariel Ortega, en la que claramente el Burrito simuló un codazo del defensa. Dejó a Boca con uno menos y a Ortega ni lo retó.
Los jugadores en Argentina saben que el tipo es de temer. Tiene fama de soberbio, porque cuando saca la tarjeta es como si la tirara en la cabeza. Óscar Ahumada, jugador de River, siempre recuerda una anécdota del juez. Según él, Laverni le dijo que mientras él dirigiera, River no ganaría ningún partido.
Hay otra mundial. El año pasado estuvo en el empate a un gol entre Gimnasia de Jujuy y Argentinos Juniors. Tras expulsar al técnico y al ayudante de los jujeños, el dirigente Raúl Ulloa lo encaró y recibió de vuelta un potente "dejen de molestar, bolivianos". Finito.