Cuando los dos equipos chilenos "más grandes" fueron emparejados en la Copa Sudamericana con dos (hay que decirlo) malísimos equipos bolivianos, todo el mundo (quizás) dio por hecho que las llaves eran pan comido para la U y Colo-Colo y que los dos equipos más populares de Chile estarían en la siguiente fase de la competición, enfrentando al colombiano Deportes Tolima y al paraguayo Cerro Porteño, respectivamente.
Sin embargo, el día 17 de agosto se empezó a escribir esa historia nefasta para Colo-Colo y la U en la Copa Sudamericana. Esa que sólo duraría un par de semanas.
El equipo de Diego Cagna fue incapaz de vencer en Bolivia a un modestísimo, malísimo, pésimo, o como quiera llamarlo, Universitario de Sucre. Perdieron por 2-0, mostrando un bajísimo nivel y dejando una mala impresión para todo el fútbol chileno, sobre todo por la supuesta calidad de los refuerzos que llegaron "para ganar algo en el ámbito internacional", como vienen prometiendo los dirigentes albos hace mucho tiempo.
Una semana después, y luego de conseguir la clasificación ante Municipal Iquique, la U hacía su estreno de local en la Copa Sudamericana ante Oriente Petrolero. Un rival con historia, pero no por eso con más jerarquía. Un pobre empate 2-2 (luego de ir perdiendo por 2-0) y mostrando un discretísimo nivel, la U quedaba a un paso de quedar eliminada en primera fase de la competición internacional.
Un día después, Colo-Colo tenía la misión de hacer 3 goles y esperar que el humilde Universitario de Sucre no le hiciera ninguno. Cualquiera hubiese pensado "tarea fácil", pero luego de lo mostrado en Bolivia, no daba para pensar que Colo-Colo fuese capaz de tamaña hazaña. Y pasó justo lo que no tenía que pasar. Colo-Colo, con más ganas que con buen fútbol, lograba hacer esos 3 goles necesarios...pero Universitario de Sucre marcaba el fatídico gol de visita y adiós Sudamericana. El primer gran fracaso de la era Cagna se hacía presente y los hinchas no dudaron en pedir inmediatamente, la cabeza del ex técnico de Tigre.
Con estos antecedentes, la representación chilena en la Copa quedaba en manos de U. de Chile y U. San Felipe (que ya estaba en segunda fase hace mucho rato). La U tenía que viajar a Santa Cruz de la Sierra para intentar dar vuelta el marcador en contra (por los goles de visita) que consiguió en Rancagua. Y de entrada, estuvieron desenchufados. Tanto, que a los 10 minutos del primer tiempo, Oriente Petrolero marcaba el primer gol de la noche (a la postre el definitivo) y eliminaba a la U, el otro grande del fútbol chileno.
Es inentendible lo que pasó por Colo-Colo. Intentendible por un lado, porque un equipo que, supuestamente, tiene jerarquía internacional, no puede quedar eliminado ante un MALÍSIMO equipo boliviano. Entendible por otro, porque la calidad de los refuerzos para este semestre deja mucho que desear, sin contar los errores en la toma de decisiones. ¿O acaso la decisión de mandar a Phillip Araos a préstamo a Everton, inscrito en la Copa Sudamericana, y siendo el único delantero nato capaz de reemplazar a Cámpora, es una genial decisión?
Por otro lado, lo de la U quizás tenga un atenuante. Aunque viéndolo por otro lado, el atenuante quizás no sirva de mucho. Y cuando hablo de "atenuante", hablo de las semifinales de la Copa Libertadores. Quizás el logro del primer semestre en la Libertadores relaje un poco el fracaso que significa quedar eliminado con un equipo boliviano en la Sudamericana.
Lo que sí, además de quedar eliminados con equipos bolivianos, Colo-Colo y la U tienen algo en común: ambos le temen a la palabra fracaso. Ni Diego Cagna ni Gerardo Pelusso quisieron referirse a sus eliminaciones como un fracaso. Tuvo que salir un jugador como Rodrigo Millar a decir que es un rotundo fracaso quedar eliminado con un equipo que, en el papel, es de un nivel inferior.
Por eso, que venga Unión San Felipe, que tiene mucho que ganar y muy poco que perder.