Me costó un poco hacer esto. Ordenar las ideas y todo eso. Ya ha pasado casi una semana desde que un fatídico terremoto asoló a casi todo Chile y se siguen viviendo las consecuencias día a día, con réplicas, las noticias todo el día de lo que pase en Pelluhue, en Concepción, en Talcahuano, en Constitución, etc.

Quizás caiga en el discurso cliché (puede ser cierto), pero lo cierto es que no me podía quedar ajeno.
Cuántas veces nos dijeron que Chile es un país propenso a recibir sacudones de esta magnitud. Ya, es verdad: casi nadie pesca eso, porque no sabes cuando será el día en que llegue un terremoto. Pero también es verdad otra cosa: cuando a nosotros se nos olvida en el país en que estamos, la Naturaleza (o las placas de Nazca y Continental) se encargan de aterrizarnos y decirnos "están en Chile. Acostúmbrense a los temblores".
Luego de un terremoto de tal magnitud, los desastres salen a la vista. Ya no somos el país tan desarrollado que creíamos. Construcciones que se cayeron al primer remezón, familias completas que perdieron sus casas y la incompetencia de algunas instituciones incapaces de alertar sobre un tsunami (si una ola de 5 o 10 metros no es un tsunami...entonces, ¿qué es?), nos encienden la luz de alerta sobre si somos un Chile de verdad desarrollado o un Chile en vías de desarrollo. Además, de repente salió lo peor de lo nuestro: verdaderos flaites saqueando un supermercado llevándose plasmas, lavadoras e, incluso, una grúa que "estaba botada". Y todo "por hambre".
Pero eso es lo de menos.
Lo que importa ahora es que en estas circunstancias sale todo nuestro espíritu solidario. Ese que Don Francisco se ha encargado de recalcarlo hasta el hartazgo.
Chile se ha levantado de peores. Ya lo hizo con el terremoto de Valdivia de 1960. ¿Por qué no hacerlo ahora?
La unión hace la fuerza, dicen por ahí. Demostremos de lo que somos capaces. Demostremos que somos un país solidario. Es nuestra oportunidad de demostrar nuestra capacidad de tenderle la mano al que está en el suelo. De demostrar nuestra capacidad de salir adelante, a pesar de todos los obstáculos que nos ponga la vida. De demostrar nuestra capacidad de dar sin esperar nada a cambio, salvo que sea una sonrisa de un niño que no ha podido comer bien o abrigarse como la gente.
No nos quedemos en puras palabras. Actuemos. Demostremos que somos un país unido. Un país de personas civilizadas. Un país grande. Apoyémonos entre todos. Pongamos el hombro para lo que sea necesario.

¡VIVA CHILE, MIERDA!